Enrique Ponce: 2020, entre el amor y la ruina
Tres décadas como matador en los primeros puestos del escalafón taurino han permitido a Enrique Ponce conseguir su sueño, triunfar y un patrimonio importante. Sin embargo, este 2020 acaba para Ponce de manera agridulce: renovado e ilusionado en el amor, pero con serios problemas económicos, según apuntan fuentes de su entorno.
Ha sido uno de los grandes y debo decir que sigue siéndolo. Enrique Ponce (Chiva, Valencia 1971), figura del toreo, respetada y querida. Este año de pandemia, también letal, lamentablemente, para el mundo del toro, Ponce encabeza el escalafón con 16 corridas en una temporada durísima. Flamante Oreja de Oro, galardón que otorga RNE al torero más destacado del año, declaraba esta semana a la revista ‘Aplausos’ que ha habido temporadas muy buenas en su trayectoria, pero que de esta se siente “especialmente orgulloso”. Asegura que “con tantos problemas como ha habido, con tanta enfermedad, viendo cómo se moría la gente, llegar hasta aquí, haber colaborado a mantener encendida la llama del toreo y haber hecho felices a muchos aficionados me hace sentir especialmente bien”.
Enrique Ponce / Gtres
Pero no todo marcha en su vida en este año en el que ha iniciado nueva etapa sentimental, tras separarse de su mujer, Paloma Cuevas. “Está casi arruinado. Los negocios no le han ido nada bien y ahora que casi no torea, las deudas le superan”, me asegura alguien que lo sabe a ciencia cierta. Los datos de sus empresas lo corroboran. Sus problemas económicos no nacen en la pandemia, vienen de atrás, pero es ahora, cuando el torero decide separarse, tras enamorarse perdidamente de la almeriense Ana Soria, cuando las fisuras en su economía se agravan. Ponce se enfrenta a un divorcio que, consensuado hace ya más de seis meses, no termina de oficializar. Se marchó de casa en junio, en pleno estado de alarma, en cuanto se permitieron los viajes entre comunidades. Salió de su finca en Jaén, donde pasaba el confinamiento con su mujer y familia. No había vuelta atrás. El diestro ponía rumbo a Almería para comenzar una nueva etapa en su vida junto a la joven Ana. Cuevas también lo tenía claro: quería el divorcio, pasar página y reorganizar su vida sin Enrique, tras 24 años de convivencia.
Tras los meses de verano y el final de la temporada taurina, que el diestro concluyó el 16 de octubre, el matrimonio seguía sin divorciarse. La relación de Ponce y Soria era ya oficial, muy seguida por los medios y confirmada personalmente en los perfiles de la pareja. Paloma Cuevas, por su parte, tras publicar un comunicado en el que confirmaba la separación matrimonial, se mantuvo al margen de los medios, excepto en un par de ocasiones en las que realizó declaraciones a la revista ¡Hola!; la primera, el pasado julio, cuando se hizo pública la decisión del matrimonio de seguir sus vidas por separado, y una reciente en la que insistía en la firmeza de la decisión, tras especulaciones infundadas sobre una presunta reconciliación. Las dudas que llevaron a suposiciones tan desacertadas podrían haber surgido por el hecho de que fuera precisamente Ponce quien había firmado aún el convenio regulador. Él, que fue quien decidió seguir su vida con otra mujer y acabar su matrimonio, era, inexplicablemente, el único que no había firmado el divorcio. Pero, no, la razón no era ni mucho menos que deseara volver con su esposa o una supuesta crisis con su nuevo amor. No; los problemas económicos sumían al diestro en un mar de complicaciones y él mismo retrasaba la firma del acuerdo. “Las cosas estaban claras en cuanto a la custodia, la casa en la que se quedaría Paloma y sus hijas y en cuanto a la pensión”, me aseguraron hace ya semanas. Fue el 17 de septiembre cuando ya escribía en LOOK que el divorcio Ponce-Cuevas se estancaba. No pintaba bien. Luego llegaron los supuestos: han cambiado las condiciones, él no quiere ceder a los cambios… Según me confirman, el diestro sí firmó un preacuerdo. “Ella no pide nada que no sea lógico: 2 hijas, educación, manutención… Para una persona arruinada, a lo mejor, no es así”, me explica alguien que conoce el asunto. Entiendo que hay algo que no encaja.
Al margen de su trayectoria como matador de toros, Enrique Ponce invirtió fundamentalmente en dos tipos de negocios: la explotación agrícola y ganadera y las propiedades inmobiliarias. Para su desarrollo, constituyó las sociedades Cetrina S.L. y Cpm Building S.L. En la primera, creada en 1994, el diestro aparece como administrador único y Paloma Cuevas, como apoderada, desde junio de 2014, según datos del registro. Se dedica a la producción agrícola y ganadera de la finca que posee en Navas de San Juan (Jaen) y el producto estrella es el aceite de oliva virgen extra que se comercializa con el nombre del matador, en botellas diseñadas por Paloma Cuevas. La evolución y los resultados de la empresa son negativos. Al cierre del 2019, la situación era poco esperanzadora e implicaba, incluso, la necesidad de una posible disolución.
La otra compañía, Cpm Building S.L, cuyo accionista mayoritario es la propia Cetrina S.L, y en la que Cuevas aparece también como apoderada, se dedicada a la compraventa y explotación de varios locales comerciales en Úbeda, Jaén y Málaga. Con mejor evolución y resultados, tampoco soluciona los problemas de Ponce. El papel de Cuevas en ambas compañías es meramente representativo, según me aseguran. Los negocios no van bien y complica la firma del convenio regulador en el que Ponce se comprometería a pasar puntualmente una cantidad. Año agridulce, sin duda. Ilusión y amor renovados con Ana, pero malas noticias en su economía.
Enrique Ponce y Paloma Cuevas tienen dos niñas en común, Paloma y Bianca. / Gtres
Las fiestas navideñas suponen un nuevo plazo en el calendario del matrimonio que mantiene, por ahora, una relación cordial, pese a que no consiguen cerrar un divorcio que se consensuó de mutuo acuerdo. Ponce me confirmó a primeros de este diciembre que ahora acaba que estaban “rematando cosas” y que firmará “en poco tiempo”. Mi pregunta fue si no podía comprometerse a pagar la pensión alimenticia por problemas económicos. Sé- por lo que me aseguran-que Paloma Cuevas es paciente. Desconozco hasta cuándo. Que acabe este 2020, tan terrible para todos.